Voilà la primera REALIDAD:
OTRA VEZ EL MISMO PAPEL
En un lugar levemente ondulado y a orillas del Río de la Plata hay un paisito que lleva el nombre de otro río, el que lo dibuja por su lado oeste. Ese río y ese paisito se llaman los dos Uruguay, vocablo que, según la interpretación del poeta Juan Zorrilla de San Martín, significa “Río de los Pájaros Pintados” en Guaraní, idioma que sobrevivió a la “latinización” de América.
Tierra que vio como prácticamente todos sus pobladores indígenas, los Charrúas, fueron en 1831 conducidos a una emboscada y exterminados por el General Rivera en una zona que curiosamente es conocida como “Salsipuedes”, Uruguay trata de mantener una identidad cultural propia en la que hoy solo quedan retazos de recuerdo de aquellos primeros pobladores. Mucho más palpable es la herencia de antiguas colonizaciones sufridas, la de inmigrantes españoles e italianos en aquella dorada primera mitad del siglo XX, los influjos llegados a estas tierras en barcos repletos de esclavos desde el África sub-sahariana o el intercambio cultural con sus inmensos vecinos.
Pues si, ahí está él, haciéndose ver entre los gigantes Brasil y Argentina, humilde y amable, con sus 3,5 millones de habitantes y aproximadamente 176 mil km², ostenta el título de segundo país más pequeño de América del Sur (detrás de Surinam). Además de este “simpático” título, también ostenta (siempre entre sus compañeros de América del Sur) el de mayor índice de alfabetización y el tercer país (después de Argentina y de Chile), con mayor Índice de Desarrollo Humano (IDH).
El paisito se destacaba humildemente también a principios del siglo XX, cuando comenzó a ser conocido internacionalmente como "la Suiza de América" por ser pionero en diferentes ámbitos como la instauración de la educación pública gratuita, el derecho de sufragio femenino o las leyes de divorcio. A nivel económico la bonanza se hacía visible en grandes construcciones civiles realizadas con capitales provenientes de una economía basada en las exportaciones.
Para esas fechas Uruguay ya era esencialmente ganadero y quizá por ello, por su accesibilidad vía marítima y por alguna otra razón de carácter más geo-político se pudo “beneficiar” de los diferentes acontecimientos que tenían lugar en Europa: guerras, hambre, revoluciones industriales… Un claro ejemplo fue el Frigorífico Anglo y la II Segunda Guerra Mundial. La necesidad de exportación de carne manufacturada para dicha contienda contribuyó a un acelerado desarrollo de la ganadería y de la industria cárnica de transformación existentes.
Fundado en los prósperos años 20 por ingleses, el Frigorífico Anglo fue un reducto tecnológico que nada tenía que ver con la humilde realidad del sector cárnico Uruguayo de aquellos tiempos. Toda esa tecnología importada desde Europa y desembalada por ingenieros europeos, era mantenida en sus años más boyantes por más de 5000 trabajadores/as del Uruguay. Esta planta industrial, situada estratégicamente a la orilla del Río Uruguay, en la localidad de Fray Bentos, veía como por una puerta entraban vacas y más vacas y por la otra salían latas y más latas de “carne” procesada.

http://www.rau.edu.uy/uruguay/historia/anglo.htm

http://www.rau.edu.uy/uruguay/historia/anglo.htm
Según cuentan algunos vecinos de Fray Bentos, “cuando estaban los ingleses no se perdía nada, salvo el balido”. Aquellas latas de “Corned Beef”, de la entonces revolucionaria “carne licuada” o de otros compuestos alimenticios más difíciles de determinar, (que nada tenían que ver con los hábitos uruguayos de despiece de ganado, procesado de la carne y mucho menos consumo) maximizaban el rendimiento del ganado y saciaban las demandas de Europa.
Hasta que un día la gallina de los huevos de oro se murió, y se evaporó. Europa dejó de importar las latitas de carne y aquel mastodonte ya no tenía sentido para aquellos inversores europeos que simplemente orientaron sus negocios para otro lado, abandonando a su suerte tanto ese gigante de ladrillo y máquinas como a las 5000 personas que allí trabajaban y por su puesto, todo un campesinado ganadero desarrollado exógenamente en base a la exportación. Claro que hubo intentos por parte del gobierno uruguayo de revitalizar la planta de Fray Bentos, pero no llegaron los resultados y en 1979 la planta tuvo que cerrar definitivamente. Hoy alberga un museo de lo que supo ser en aquellos años.
Aunque muchas vacas de las que entraban en el frigorífico Anglo provenían de Argentina y/o Brasil, durante aquellos años se dio, lógicamente, un gran desarrollo de la ganadería en el Uruguay, orientándose a la agro-exportación ya que se aprovechó la coyuntura e interés que multinacionales diversas mostraban por la calidad de la carne Uruguaya. El sistema agro-exportador estaba instaurado, dejando un país a la suerte y capricho de esas multinacionales que alejaban al país de una posible soberanía alimentaría por la cual los campesinos pudieran dibujar su propio modelo de desarrollo.
La producción de carne y lana para exportación se viene manteniendo entre los principales rubros de actividad, manteniendo la economía de este país de renta media. Si bien el sector puede beneficiarse de unas ventajas competitivas que lo hacen aparentemente ejemplar (si atendemos al hecho de que es un sector ganadero familiar alimentado en praderas naturales y que mantiene del medio rural y una cultura característica del país, la gauchesca), se ha demostrado por activa y por pasiva que el modelo agro-exportador en el que se encuentra inmerso el sector no es sostenible.
Pero llegó una nueva gallina con los huevos de oro. Algo tan “inofensivo” como plantar árboles... la forestación.
En los años 80 Uruguay ha pasado a formar parte de la estrategia geopolítica de los centros de poder vinculados al sector forestal-papelero-celulósico. Dicha estrategia geopolítica fue retroalimentada por la famosa ley de 1987 (Nº 15.939) por la cual la forestación se declaraba de interés nacional y se otorgan jugosos beneficios fiscales y de infraestructuras para su desarrollo.
http://www.redes.org.uy/2007/06/01/analizan-impactos-de-la-forestacion-en-el-interior-del-pais/#more-983
Lejos de que la ley incentivara a pequeños y medianos productores del sector ganadero u otros a diversificar su actividad plantando pequeñas parcelas forestales, empezaron a aparecer por el país firmas Españolas, Estadounidenses, Finlandesas… movidas por sus propios intereses y seducidas por la coyuntura política favorable (apoyo de algunas agencias de Cooperación, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo en forma de créditos para garantizar la viabilidad de las inversiones). Sería demasiado ingenuo pensar que la intención de estas firmas se acercaría a promover un desarrollo integrado, sostenible y endógeno del medio rural y no la de imponer sus faraónicas plantas de procesamiento de celulosa y sus monótonas e interminables plantaciones de eucaliptos.
Después de 22 años nos encontramos un paisito con más de 10 mil km² de eucaliptos concentrados básicamente en cuatro zonas del norte, litoral, centro y este del país.
Pensar en un paralelismo con aquel boom del sector cárnico en los años 20 es inevitable. Pero la forestación que se está dando hoy en Uruguay tiene unos matices que la hacen especialmente dañina. Las empresas que están construyendo plantas de celulosa de última generación tecnológica, también están comprando tierras en cualquier lugar que sea posible y plantándolas de eucaliptos. Esto conduce a una concentración y extrangerización de la propiedad de la tierra. Según se extrae de datos oficiales, de estudios realizados y de la propia lógica, las plantaciones de eucaliptos generan mucho menos empleo que la ganadería extensiva (considerada una de las menos eficientes en empleo generado por hectárea). Es más, el poco empleo que generan las plantaciones suele ser terciarizado, temporal, itinerante y mal remunerado. Esto está provocando que aumente la migración del campo a la capital, engordando las “Villas Miserias” o asentamientos irregulares emergentes en el cinturón de Montevideo.
El impacto ecológico de la forestación es alarmante en términos de destrucción de bosque indígena y biodiversidad. No hace falta recurrir a estudios para estimar los efectos sobre los recursos hídricos: solo decir que un eucalipto promedio extrae del subsuelo aproximadamente 22 litros de agua al día, que en una hectárea se suelen plantar 1000 eucaliptos y que los pobladores del campo denuncian que sus pozos se secan y eso que estamos en un país que siempre destacó por su riqueza hídrica y que por su subsuelo corre el acuífero Guaraní, uno de los más grandes del mundo. Por otro lado, un suelo sometido a varios años de monocultivo intensivo de eucalipto queda totalmente acidificado, sin materia orgánica, sin estructura, sin capacidad de retener nutrientes…
Una vez asegurada la materia prima de una forma rápida y eficaz, es el momento de instaurar las plantas para la producción de celulosa de papel. Las dos más sonadas son las de Ence-Española (en proceso de construcción) y la de Botnia-Finlandesa, la cual curiosamente decidieron construir en Fray Bentos. Es por ello que una visita a Fray Bentos te transporta por un pasado y un presente-futuro en el que los modelos agro-exportadores se siguen repitiendo. Con diferencias, claro, pero el modelo es el mismo. La tecnología que hoy emana de la planta de Botnia en Fray Bentos parece traída de otro planeta, al igual que sucedió con el Frigorífico Anglo en los años 20. Las repercusiones en el agro siguen siendo nefastas, incluso peores…
Ni siquiera parece haberse cumplido la típica (y en este caso ridículamente escasa) promesa de generación de puestos de trabajo asociados a la planta de Botnia. Esta vez también se ha construido un lujoso barrio residencial para los ingenieros finlandeses expatriados, sin embargo no era necesario construir un barrio obrero para hospedar la mano de obra local, ya que desde sus inicios, Botnia solo proyectaba generar 300 puestos de trabajo. Hoy en día en Fray Bentos hay paro y sus habitantes, desencantados con la megaplanta, dudan de que Botnia esté empleando a esos 300 uruguayos.
El modelo de desarrollo basado en el sometimiento de los intereses de las empresas multinacionales no solo se repite sino que empeora, ya que una recuperación post-boom forestal basado en el eucalipto se antoja complicada. La celulosa tiene a los medios de su parte. El gobierno del Frente Amplio (FA), de izquierdas y recientemente reelegido, no se ha opuesto al modelo forestal-celulosa (Iniciado por el Partido Colorado – Derecha), a pesar de que muchas de las corrientes que originaron el FA se fraguaron en base a la lucha campesina. Nunca es tarde si la dicha es buena.
Ahora es tiempo de que la sociedad civil de aquí y allá, organizada en asociaciones sociales, rurales, culturales, ecologistas… pongamos sobre la mesa los efectos y actuemos en contra de estos modelos de “desarrollo” que se alejan de la soberanía alimentaria y que ahogan recursos, cultura, familias, campesinos… gente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario